NUTRICION Y EL SISTEMA INMUNOLOGICO
Nuestro sistema inmunológico es
el encargado de defender y vigilar nuestro cuerpo, actuando contra las
infecciones causadas por virus, bacterias y hongos; nos protege contra toda
clase de patógenos, se adapta a nuestras necesidades.
LA PIEL Y MUCOSAS
Éstas son las primeras barreras físicas de nuestro cuerpo; su trabajo es
detener a los agentes patógenos e impedir que lleguen demasiado lejos. Sin
embargo, hay ocasiones en que éstas son eludidas por los patógenos y logran llegar
hasta la sangre.
En la sangre todo estaría perdido...
Si no fuera por la primera línea de defensa de nuestro cuerpo: los fagocitos y
macrófagos. Células con una misión específica: devorar, comunicar y limpiar.
Un fagocito puede devorar cientos de patógenos y su principal objetivo es comer lo más rápido posible para evitar así que la infección continúe.
Como los fagocitos
siempre hacen un cochinero, los macrófagos –que también comen, pero son más
educados– se encargan de limpiar el terreno, atrapando entre sus extremidades
los restos de células muertas o necróticas.
Sin embargo, si se dan cuenta de que ya no pueden con la infección, mandan
un mensaje pidiendo ayuda a la segunda línea de defensa: el equipo
especializado, alfa, lomo plateado, amos y señores de la protección...
Los linfocitos B y T que son los encargados del combate
cuando las cosas se ponen serias.
Los linfocitos B
Son células especializadas en la creación de anticuerpos. Los anticuerpos no destruyen a los patógenos, sino que los vuelven más lentos y vulnerables. Los linfocitos B pueden crear miles de anticuerpos para preparar el terreno a los verdaderos exterminadores de virus.
Los linfocitos T
Son expertos en erradicar infecciones de todos tipos, se especializan tanto que son los encargados de guardar la información de las enfermedades en nuestra memoria inmune. Por eso mismo tenemos dos tipos: los que se dedican al trabajo de campo, atacando directamente a los patógenos; y los que se quedan en la oficina, haciendo el papeleo necesario para que el cuerpo no olvide cómo atacar la infección.
Nuestro sistema inmune
es increíble, pero no infalible.
Dormir el tiempo suficiente, hacer ejercicio y alimentarnos sanamente son
acciones necesarias para mantenerlo sano. Sin embargo, para llevarlo al
siguiente nivel y mejorar nuestro desempeño físico y mental, las vitaminas son
fundamentales... sobre todo cuando el invierno se acerca. ¡Créenos! Tu cuerpo y
cada una de tus células inmunes te lo agradecerán, pues les proporcionarás las
herramientas necesarias para hacerle frente a las infecciones.
Vitamina
A
Fundamental para el desarrollo de tejidos –como huesos o piel–, ayuda al
mantenimiento y producción de dientes, favorece a la vista y es la especialista
en membranas mucosas. Es compita de las vitaminas C, D, B y el hierro,
elementos con los que se lleva increíble.
Vitaminas B
B3: Niacina es la indicada cuando hablamos del sistema nervioso. Ayuda a
las células a obtener energía, propicia la oxigenación y controla el
colesterol.
B2: Riboflavina es la especialista en el cuidado de glóbulos rojos, pues
los oxigena y llena de energía. Es importante para el crecimiento y sano
desarrollo de nuestro cuerpo.
B6: Piridoxina, la inteligente del grupo, se encarga de proteger al
cerebro, el sistema nervioso y al mismo sistema inmune; su presencia es
fundamental para la creación de anticuerpos.
Vitamina C
Todos quieren ser la vitamina más famosa. Aparte de ayudar al sistema
respiratorio, favorece la cicatrización, el mejoramiento de las heridas cutáneas
y el mantenimiento y reparación de huesos, cartílagos y dientes. Es amiga de
básicamente todas las vitaminas, porque sabe que sin las demás no podría hacer
bien su trabajo.
Vitamina D
La vitamina del sol, pues la luz de éste favorece su producción, es
necesaria para la absorción de calcio en los tejidos óseos. Su déficit puede
provocar raquitismo u osteoporosis. Ella y el calcio son los mejores amigos por
siempre.
Hierro
La artillería pesada de nuestra sangre. Favorece la producción de
hemoglobina y mioglobina, proteínas que facilitan la transportación del oxígeno
a diversas partes del cuerpo. El hierro le cae bien a cualquiera.
Selenio
Favorece la producción de enzimas antioxidantes. Su presencia en nuestro
cuerpo previene el daño celular.
Zinc
El plus que nuestro sistema inmune necesita. Favorece la producción,
crecimiento y división de nuestras células.
Tu sistema inmune agradece las horas de sueño y descanso, la sana
alimentación y el ejercicio. Además de lo anterior, consumir alimentos ricos en
vitaminas y minerales, principalmente aquellos de origen vegetal –como frutas o
tallos verdes– y de origen animal –como pescado, huevo o lácteos– te ayudará a
mantenerlo sano.
¿Quieres saber cuales son tus necesidades de cada uno de estos importantes nutrimentos?;
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